[Todos] la noche de las carpas rotas

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Mar Dic 14 16:46:35 ART 2010


Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 el gobierno alemán organizó un  
sistemático ataque contra la comunidad judía.
La totalidad de las sinagogas, cementerios judíos y negocios de los  
barrios judíos de alemania y austria fueron destrozados,
miles de personas golpeadas, muchas asesinadas. La excusa para este  
acto, considerado históricamente el puntapié inicial del Holocausto,
fue el asesinato de un diplomático alemán residente en Francia llamado  
Ernst Von Rath por Herschel Grynszpan, un joven judío
alemán de 17 años.

Esa noche, el gobierno alemán operó através de los cuadros del partido  
nacional socialista, y presentó la versión oficial de los hechos
como una rebelión popular de indignados ciudadanos alemanes arios ante  
el asesinato. Con muchos militantes nazis vestidos de civil.
De noche. Había, está claro, un ambiente listo. La estigmatización de  
la minoría judía era entonces habitual en alemania;
gobierno y población se retrolimentaban en un discurso derogatorio.
La población de más bajos recursos alemana tenía
una explicación clara para dar cuenta de sus dificultades: la minoría judía.

Mucho se ha escrito sobre cómo fue posible que la población más  
preparada de europa en el siglo XX pudiera poner sus destinos
en manos de un mediocre absurdo y patético. Hay explicaciones que van  
desde las más complejas macro estructuras económicas,
a las más amargas que  conjeturan que, después de todo, la educación  
no hace a nadie más bueno.

Lo que está claro, al menos para mi, es que la historia nos
advierte sobre el peligro de minimizar al mal.
Un discurso que estigmatiza a minorías por sus orígenes, como hemos  
escuchado en los
últimos días es de una gravedad inusitada. Que el empleo de civiles  
armados haciéndose pasar por vecinos retrotrae a lo
más oscuro de la historia. Escandaliza la idea de que quien lo diga  
sepa que una fracción importante de la población
resonará. Indigna la similitud con los hechos históricos. Aterra, en  
definitiva, reconocer al huevo de la serpiente.

Espanta, aunque quien sostenga este discurso sea capaz de atragantarse  
con un bigote de utilería.




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