[Todos] [Alumnos] Ojea, la democracia y el "soberano"
iojea en dm.uba.ar
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Lun Dic 13 12:39:26 ART 2010
Dr. Etchenique:
Lamentablemente me resulta muy trabajoso tratar de entender lo que usted
me escribe.
El texto por dislocado e inconexo es difícil de leer, y de entender. Para
mí particularmente, porque soy el interpelado. Me habla a mí,
supuestamente respondiéndome, a argumentos o posiciones que yo jamás
expuse, está usted inventando a un interlocutor que no soy yo.
Comienza diciéndome "por supuesto Ojea, pero …", ¿Qué es lo supuesto?,
vaya uno a saber.
Me señala que el "universitario" no es soberano (?). Textualmente dice:
"Los universitarios no somos "soberanos" de nada, sino beneficiarios o
trabajadores de la Universidad que paga el Pueblo", y antes sostiene que:
"La explicacion es simple: para que sea "1 hombre = 1 voto" los que votan
deben ser todos los argentinos y extranjeros habilitados para votar, no
los universitarios".
Siempre me divierte lo de "Universidad que paga el Pueblo", no porque lo
diga usted, sino en general. Los que usan esta frasecita, se refieren "al
Pueblo" en mayúsculas y tercera persona. Me pregunto: ¿Algún complejo?
¿Alguna necesidad de darse barniz de populares? En tal caso lo hacen de
manera tan torpe que en la misma enunciación delatan que se sienten fuera
del “Pueblo”. Curiosamente es el latiguillo de los partidarios del
arancelamiento, quienes quieren a toda costa enfrentar a “el Pueblo”, con
los universitarios (estudiantes). Esta clase de “populares” tenemos.
En lo personal no tengo confusión al respecto, el dato objetivo,
constituye mi subjetividad. Formo parte del pueblo. Y es así, nosotros,
como pueblo, pagamos no solo las Universidades, sino TODO, comenzando por
los sueldos de todos los funcionarios, Legisladores, Ministros, Jueces, y
hasta deudas que no contrajimos ni nos beneficiaron, lo construimos TODO,
somos la Nación, y mi carácter de ciudadano es inescindible de mi
condición de miembro de este pueblo.
Un ciudadano es a tiempo completo, o no es.
¿Usted pretende castrarnos de nuestra ciudadanía en la Universidad?
Su interpretación del concepto de "soberano" me resulta curiosa. Parecería
que el término le causase hilaridad. Que prende usarlo para tomarme el
pelo.
Me pregunto: ¿Me está tomando el pelo?, ¿o de verdad su intención es
polemizar conmigo?
El principio democrático se funda históricamente en un sutil recurso
dialéctico: el de negarle al Soberano (el Rey) la autoridad por derecho
propio o delegación divina, aduciendo que dicha autoridad emana del
pueblo, auténtico Soberano (por bondad de Dios). Siendo así: el auténtico
soberano, así como da, puede quitar (autoridad al Rey). En estos términos
es evidente que el concepto de “Soberano” es una ficción, pero se
constituye en un poderoso ariete discursivo sobre el que se funda la idea
democrática que conduce al concepto moderno y que permitió, por ejemplo,
que las revoluciones burguesas derrocaran al "Antiguo Régimen". El
“Soberano”, en tal caso, no es una cosa en sí.
Utilicé una sola vez la expresión "soberano", para establecer lo que es la
base del marco teórico para una democracia moderna, en su etapa madura.
Dije: "En un sistema de democracia política, cuando el soberano vota se
computa un hombre, un voto", ¿alguna objeción a esto?
Por otra parte resultaría absolutamente lícito utilizar la expresión
“soberano”, como recurso retórico al referirse por ejemplo, en su ámbito,
al conjunto de vecinos que integran una sociedad de fomento, por oposición
a las autoridades que surgen de su voluntad.
Para usted, soberano sólo "es el Pueblo argentino". No me parece serio que
nos pongamos a discutir si los universitarios somos (sic) "soberanos".
Dice más adelante:
"Las propuestas presentadas de los mismos actores políticos que tomaban la
asamblea universitaria exigiendo cambio de representación no pedían '1
universitario = 1 voto', así que según usted esos planteos no son
democráticos, solo una forma numéricamente diferente de la actual".
Esa parrafada surge de la nada. No tiene vinculación, no la veo, con nada
anterior ni posterior, ni yo califiqué de ninguna manera "esos planteos",
puesto que ni sé de qué se trata. ¿De qué está hablando? ¿Habrá que probar
con la máquina Enigma?
Por lo que sigue luego, me queda claro que para usted la elemental fórmula
de "un hombre, un voto", es una aberración que no puede ser, que no existe
en ninguna parte del mundo, diría que la sola mención le produce una
reacción fóbica.
Es una posición que contraría los datos de la realidad, por lo menos en
todo el mundo occidental. Confundir adrede, valor del voto emitido, con
sistemas de representación, que están acotados a formar los órganos de
gobierno, conduce a situaciones de donde es difícil salir inmune. Elegir
malas tácticas, y sostener posturas ridículas hasta límites irritantes
respecto de aquellos a los que todo gobernante debería aspirar a
convencer, expone a pagar los costos, hacer el ridículo, y como mínimo
exponerse a la ironía, permítame entonces la ironía:
Si le digo que cuando usted vaya a votar, en una elección nacional, o
municipal, o en el club de fútbol del cual sea socio, van a computar su
voto como UNO, como el del tipo que esté detrás de usted en la cola, y el
siguiente y el siguiente …, espero que no le dé una ataque. Pero es así,
cada voto vale UNO. ¿Es un horror no?, pero se va a tener que acostumbrar,
porque es así.
Le digo más, en las elecciones para elegir los 4 consejeros que el
Estatuto le asigna al claustro de graduados para conformar el Consejo
Directivo, mi voto valía UNO, al igual que el de todos los otros graduados
que votaron. Es más: valía UNO, tal cual valía su voto, cuando votaba
usted como graduado, y como luego votó como profesor. Si yo supiera que,
por ejemplo, en las últimas elecciones, a mi voto le asignaron un valor
distinto de uno, cualquier valor pero distinto de uno, "un hombre un
voto", ya mismo impugnaría la elección, ¿me certifica usted que mi voto no
valió uno?
¿No que no?
Entonces, quiere vendernos a todos gato por liebre.
En mi mail a Petroni decía: (pido disculpas por la extensión que implica
la cita, pero dado que usted discute con usted mismo, y no conmigo, me veo
obligado a transcribirme):
"Existen otras formas de legitimar tanto la autoridad como las decisiones
que ésta toma. Los monarcas teocráticos, por ejemplo, gobernaban por
derecho divino, hasta que no fue posible sostener esta forma de
"interpretar" la voluntad divina. En 1789 la nobleza "global" de la época
tuvo una respuesta que aún vibra; tanto, que hasta nuestros días toda
pretensión autocrática o autoritaria siente la necesidad de enmascararse,
y esa máscara es SIEMPRE una "interpretación" de lo que debe entenderse
por democracia."
Y luego:
"Toda sociedad política necesita de procesos e instancias de legitimación,
niegue esto y propiciará el estallido, (...). Los "consejos" de Maquiavelo
no son más que un compendio razonado de fórmulas que reflejan, en el
fondo, un saber elemental que todos los gobernantes autocráticos supieron
siempre por instinto: no se puede gobernar ignorando olímpicamente la
opinión de los gobernados. Aún para eludirla o traicionarla.”
“El movimiento de 1918 que detonó la Reforma Universitaria en nuestra
Córdoba y aún (!) reverbera en toda la América hispana (y más lejos
también) transformó definitivamente a la comunidad universitaria en una
sociedad política moderna, y ustedes, Sumatoria, se comportan como los
pajes y monaguillos del obispo cuyo morado atuendo hicieron jirones los
insurrectos de entonces. Son un caso especial de necedad.”
“Afortunadamente el sistema de gobierno de la Universidad, descendiente de
aquella Reforma, y pese a las reminiscencias medievales de Sumatoria, es
bien distinto de una autocracia sectorial. El sistema de elección es
conservador (el adjetivo es calificativo, no peyorativo). Así, los
profesores tienen proporcionalmente más consejeros que los graduados y
éstos que los estudiantes. Cabe remarcar que, dentro de cada claustro se
computa un hombre igual un voto. Una vez elegido, el Consejo Directivo se
constituye como órgano de gobierno de la facultad toda. El CD así formado,
representa y gobierna a TODA la comunidad. En tal carácter, como
representantes y gobernantes de toda la comunidad, los consejeros deben
atender a los intereses, las aspiraciones, bienestar y futuro de esa
comunidad como un todo. "
Lo que antecede es la síntesis de cómo se constituyen los órganos de
gobierno de la facultad, conforme al sistema establecido en el Estatuto,
puesto en sucinto contexto histórico y político.
No expreso deseo ni opinión alguna: DESCRIBO. Sin embargo dice usted: "...
como usted que quiere tener la forma de gestión 1 universitario = 1 voto"
(sic). ¿Cómo llegó a esa conclusión?, ¿Dónde hay un mínimo pié para ello?
Es un misterio. Insisto: creo que está polemizando con sus propias
elucubraciones circulares.
Además expongo allí la necesidad histórica para cualquier forma de
gobierno, de legitimarse.
La “consulta” es un “mecanismo de legitimación” que no tiene nada que ver
con los “sistemas de representación”, no advertir la diferencia es de
pirómanos.
Usted, por su parte, expone su idea del gobierno universitario del
siguiente modo: "Los universitarios gestionan y su deber es hacerlo por el
bien de todos, no de los universitarios".
En primer lugar: ¿quienes son los universitarios? Yo me considero
universitario: soy un miembro de la comunidad universitaria. Sin embargo,
no "gestiono" nada, puesto que no formo parte de los órganos ejecutivos de
la facultad. Pero el disparate no se acaba allí. Etchenique: ¿quiénes son
"todos"? ¿el pueblo argentino? ¿la Nación entera? ¿"Gestionan" los
universitarios los destinos de la comunidad Qom de Formosa o la
explotación de los recursos naturales, o la política económica del país?
La Universidad Pública es autónoma y, en tanto tal, tiene derecho
(constitucional) a darse su propio gobierno. El alcance de la autonomía,
sin embargo, se limita al ámbito de la Universidad. Intente usted
promulgar una ley de alcance nacional en el Consejo Directivo de Exactas y
cuéntenos el resultado. Será un buen experimento para poner a prueba su
"interpretación" del gobierno universitario. Es usted quien “interpreta”
los órganos de gobierno. Y es su “interpretación” la que se da de palos
con la realidad.
Es la Universidad (que no los universitarios, ni el gobierno
universitario) la que se concibe como destinada a servir "al bien común"
(expresión sutilmente distinta, pero con implicancias bien diferentes que
"el bien de todos"). Por cierto, ¿qué entiende usted por "el bien de los
universitarios"? Por lo que puede verse, considera usted que el "el bien
de los universitarios" está contrapuesto a "el bien de todos" (?). El
gobierno universitario administra la Universidad: la vida de la comunidad
universitaria. El bien de la comunidad universitaria es imprescindible
para conseguir que la Universidad esté, en efecto, al servicio de la
sociedad.
Me da usted, a continuación, una lección de constitucionalidad. Dice: "En
nuestro sistema, el "soberano" elige diputados (y puede votar aunque no
este inscripto en el CBC) y esos diputados eligen la forma de GESTIONAR
las universidades a traves de leyes como la que da validez al estatuto
universitario. Los universitarios simplemente gestionan, y su deber es
hacerlo por el bien de todos, no de los universitarios."
Y finalmente me aconseja:
“Si hay ciudadanos como Ud que quieren tener la forma de gestion "un
universitario = 1 voto", es completamente posible, y simplemente una forma
mas, por supuesto que no seria democratica (en los terminos que Ud. lo
refiere) ya que el 99% de los dueños de esa universidad no votarian. Pero
es factible. Para hacerlo, pueden participar en politica, cambiar las
leyes y se acabó. Nuestro país, con todos sus problemas, es una republica
democrática. Permitame dudar que los estudiantes quieran eso, porque de
otra manera ya habria partidos politicos (honestos y advenedizos) que
llevarian cientos de miles de votos con esa propuesta con solo apelar a
los estudiantes que cursan en la UBA".
Gracias por el consejo, es bastante confuso, pero no me parece que pierda
gran cosa. Le reitero, sin embargo, que nunca hablé de lo que yo quisiera
o de lo que me gustaría, sino que describí el gobierno de la facultad, tal
como está concebido en el Estatuto. Por lo demás, de lo que puede sacarse
en limpio, queda claro que su idea de la democracia, así expuesta, es
pobre, permite pensar que tiene un bajo concepto de la democracia, y de su
actor principal: el ciudadano, que da la casualidad es el constituyente
del soberano.
No hay ingeniería institucional que haga una democracia, si no hay ciudadano.
Si el Consejo Directivo de la Facultad (y el Consejo Superior de la UBA y
de todas las Universidades Nacionales), debe limitarse pura y
exclusivamente a "gestionar" ajustándose a las normas emanadas del
Congreso, mediadas por los Ministerios (por cierto: este argumento niega
la Autonomía Universitaria, ya que hasta la AFIP sería mas “autónoma”),
entonces no haría falta un "Consejo", ni sería necesario llamar a
elecciones. ¿Para qué duplicar burocracias y costos? Habrá seguramente
alguna oficina del Gobierno Nacional, con tiempo ocioso como para hacerse
cargo de esa “gestión”.
Los del Consejo Directivo son cargos políticos, que implican la
posibilidad de propiciar y llevar adelante unas u otras políticas dentro
de la facultad, que como vimos tienen proyecciones fuera de la vida
universitaria (sintéticamente lo del “bien común”); por su parte, las
decisiones que se tomen en el ámbito nacional pueden incidir, hasta muy
fuertemente, en todo lo que tanto estatutariamente como por consenso
político le compete a la Universidad, incluyendo lo del “bien común”. O
sea que el soberano (vuelva a permitirme la licencia) elige más que
“gestores”, hace una elección de contenido político, y en tiempos de
cambio y turbulencias, más claramente. Si por las razones que fuera, a los
efectos de búsqueda de legitimidad, debe ser consultada la comunidad (el
soberano), para auscultar su opinión mediante un voto, pretender luego
“interpretar” ese voto, y siendo más grave, menear este criterio una vez
conocido el resultado, claramente no contribuye al objetivo de la búsqueda
de legitimidad.
Como el Estatuto no contempla ningún mecanismo de consulta, ni la forma de
emitir el voto, ni de fiscalizarlo, ni de evaluarlo, ni nada al respecto,
el único punto de referencia es externo, donde sí se ha legislado (lo cual
es una vía de legitimación política), acerca de las consultas populares y
los referendos. En todos esos casos el criterio de evaluación y de
votación se diferencia claramente de los criterios que tienen que ver con
la representación, y no podría ser de otra manera, porque la materia es
claramente distinta, en ningún caso para una consulta popular o un
referendo, el voto está mediado por ninguna forma de representación, si no
fuese así el mecanismo estaría viciado de algo que podríamos llamar
“tautología”. Cuando el sistema de representación no es hábil para
resolver la cuestión de la legitimidad, no lo puede resolver reiterándose.
Más de lo mismo no convence a nadie, y se percibe como una burla (lo es).
Sobre la base de los resultados de la consulta o referendo, expresados de
acuerdo a los criterios que le son propios (y distintos de los del sistema
de representación), intervendrá luego el mecanismo institucional
establecido, con su sistema de representación, y hará lo que pueda, pero
nunca debería alegar que la sociedad dijo algo contrario a lo que
realmente dijo (es de sentido común).
¿Hablo aquí de mis deseos?, ¿sostengo alguna utopía anarquista?, ¿aparezco
como un ferviente defensor de algún sistema asambleario?, ¿luzco como un
idealista ingenuo y romántico?.
¿No advierte que la mirada que expongo tiene bastante que ver con lo que
se llama “realpolitik”, y no con todo lo anterior, que es de lo que parece
querer acusarme?
Por supuesto que tengo opinión, y espero haya quedado clara, rechazo la
LES, y en lo inmediato las acreditaciones, que son su “cabeza de playa”,
de esto sí puede acusarme, y no me ofende, si que quieran tomarme el pelo.
La valoración de los votos en la Universidad es igual a la de otros
sistemas políticos (el de las Naciones, los Estados, las Provincias, por
ejemplo). Lo que cambia no es la premisa elemental "un hombre, un voto",
sino el sistema de representación, que es el que determina cómo se forman
los órganos de gobierno, y en última instancia puede (no necesariamente)
hacer que los votos emitidos y computados, de a uno por elector, tengan un
peso representativo distinto, según lo que haya perseguido el Legislador.
Precisamente por eso donde se legisló sobre un sistema de consultas o
referendos, hubo la necesidad, de eliminar esas distorsiones, siendo que
es la única instancia en que el soberano es interpelado de manera más
directa, y aquí si, “un voto un hombre”, tiene su expresión plena a la
hora de leer los resultados, sin distorsiones.
¿Es esto un sistema de “democracia directa”?, claramente no, ¿quién en su
sano juicio podría sostener algo semejante?
Nuestra constitución consagra un sistema de Democracia Representativa y
Federal, división de poderes, etc. Y a las Universidades Nacionales les
otorga autonomía (que es académica, administrativa y política), y el
sostén económico. En ese contexto las Universidades se dan su sistema
interno de gobierno a través de los Estatutos. ¿Dónde en nuestros
Estatutos se consagra un sistema corporativo?, en ninguna parte.
Siendo que la misión básica, esencial, de la Universidad es educativa, de
estudios y formación, la división en Claustros responde a una
diferenciación objetiva de nuestra comunidad, de acuerdo a funciones,
Profesores y alumnos, habiéndose incluido a los egresados o graduados.
Así el órgano de gobierno se forma con representantes por Claustro.
En sus remotos orígenes la primitiva universidad fue una corporación,
también llamada gremio o “universitas”. Me refiero a la universidad de
Bolonia, creada por los estudiantes que se unieron por protección,
obteniendo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (Federico
Barbarroja), reconocimiento y autorización para funcionar (cédula de
1158). Lo más interesante y aleccionador, que tiene valor para pensar el
presente sin prejuicios, es que esa “universitas” de Bolonia fue creada y
gobernada por estudiantes. Ellos determinaban los estudios (planes y
contenidos), establecían el requisito de profesionalidad de los maestros,
fijaba su remuneración, juzgaba su desempeño, y les aplicaba multas si no
cumplían con sus funciones: además regulaban el precio de los libros y del
hospedaje. Y para colmo fue la mejor escuela de leyes de toda Europa, en
su época.
Etchenique, usted que se escandaliza por lo de “un hombre un voto”, ¿está
tan seguro de lo que querrían los estudiantes? Ya que usted me lo pregunta
a mí, yo se lo pregunto a usted.
Retomando la cuestión del origen de la “universitas” como corporación, hoy
por hoy no lo es, (aunque en la autonomía hay que reconocer un remedo de
aquello), menos lo son los claustros. Pretender que los representantes de
cada claustro, se deben a su claustro, exclusivamente, es un criterio
corporativo, pero no de inspiración directamente medieval, sino más
moderna, y eso no se sustenta en ninguna Ley ni Estatuto.
Me doy cuenta que además de las cuestiones de la LES, y acreditaciones,
donde usted no esta de acuerdo conmigo, por la concepción que ha expuesto
sobre el rol del órgano de gobierno universitario, como de “gestión” en
forma excluyente, tampoco comparte una visión más política de la cosa. Yo
no le reprocho eso, serán los electores, los que en el futuro opinarán
acerca de esa cuestión con el voto.
Sí le reprocho el apuro injustificado, lo que incluye la elección del
momento de virtual receso, eso no tiene nada que ver con la democracia, ni
con el bien común. Pacificar los espíritus es una responsabilidad mayor
para el gobernante que para el gobernado. Aunque no estemos de acuerdo,
espero lo entienda.
Acá no está en juego ni su orgullo, ni el de ninguno de los consejeros que
no atendieron al “no” de la consulta, lo que está en juego es una
instancia de elección de mucha importancia, que no es meramente doméstica,
sino que responde a una ofensiva global de los mismos poderes que tanto
daño, como país, nos han hecho. El Acuerdo General de Comercio de
Servicios, de 1995, contemporáneo a la Sanción de la LES pone en claro el
tipo de alineamiento mundial al que está destinada a someternos la LES, ya
que no ha sido concebida para resolver nuestras necesidades nacionales de
formación superior, sino en función de ese alineamiento en beneficio del
mercado global de capitales que ha visto en el comercio mundial de
servicios una enorme fuente de ganancias, el Banco Mundial pone la
zanahoria. Desde luego en los servicios se incluyen los servicios
educativos, pero también todos los vinculados a los profesionales
(cerebros) formados en las universidades, y la explotación de esos
recursos de conocimiento. Los países de la periferia llevaremos la peor
parte por partida doble, se incrementará el costo de la educación
superior, con cargo a los estudiantes, y/o a los graduados, y/o al pueblo
en general, con arreglo a alguna fórmula que ya estará en proceso de
invención, al mismo tiempo que seremos exportadores netos de cerebros, en
una medida mayor a la que ya somos: y los resultados pérdida pura, por lo
que no hay que vacilar en calificar de criminal semejante política. El
Acuerdo General de Comercio de Servicios no deja lugar a dudas, no se
trata de simples interpretaciones: Explícitamente se propone liberalizar
el comercio de servicios introduciéndolos en el mercado mundial y
considera que la financiación pública es un elemento que distorsiona los
mercados. Etchenique, le pregunto: ¿Qué opinará el pueblo?, no ya los
estudiantes. Mientras el gobierno de Menem en un servilismo abyecto
apuraba el trámite, con una velocidad pasmosa. En Europa se tomaron más
tiempo, además ya venían elaborando mecanismos de integración con arreglo
a la creación de la Unión Européa, pero en el marco El Acuerdo General de
Comercio de Servicios, recién en 1999, en la ciudad de Bolonia se arriba a
un acuerdo (Acuerdo de Bolonia) que suscriben 29 ministros de educación
europeos lo que da origen al Proceso de Bolonia que culmina en la creación
del Espacio Europeo de Educación Superior, que recién ahora debería
alcanzar sus objetivos, Pese a tan dilatada elaboración, y supuesta
posibilidad de “ablandar” a la opinión, todo el Proceso de Bolonia está
cargado de conflictividad y violencia, la que, por simpatía, con
frecuencia se extiende al resto del sistema educativo, y mas
recientemente, con la irrupción de la crisis y las políticas de ajuste, el
conflicto se potencia.
En nuestro caso, mas allá del daño futuro, derivado del señalado
alineamiento de la LES, sostener la inercia de su vigencia representa un
daño inmediato, porque introduce, importa, sin pasar por aduana, un
conflicto que podemos ahorrarnos. Y pudiendo, debemos.
Salvo que no estemos en presencia de un muerto que se niega a enterarse,
sino en una situación en la que en verdad no haya ninguna intención en
formular una nueva Ley radicalmente distinta, inspirada en nuestras
necesidades nacionales, entonces el conflicto será nuestro de pleno
derecho.
El gobierno de Menem nos permite otro ejemplo: con su política de
“relaciones carnales”, que implicó no solo alineamientos internacionales
de alto costo, introdujo además reformas radicales en el sistema educativo
cuyos daños ya son visibles, y lo que es más grave, difíciles de revertir,
en ambos sentidos hay consenso de opinión, en la sociedad, en la comunidad
educativa, y en el medio político (que no se haga nada realmente serio es
otra cosa), bueno hubiese sido que ese consenso hubiese existido antes de
aplicar las nefastas medidas.
Ante ésto tenemos sin embrago el caso la Ciudad de Buenos Aires que es
digno de mención, y viene al caso. No aplicó la Reforma Educativa y salió
beneficiada, el sistema educativo en la ciudad, si bien arrastra viejos
problemas, no sufrió la desarticulación desastrosa del resto del país. El
exministro Filmus, continuador, en la ciudad, de esta línea, no sólo no es
penalizado por haber hecho uso de aquellos recursos que le permitieran no
acatar ciegamente una legislación impopular y a todas luces contraria a
"el bien común", sino que, muy por el contrario, es reconocido por ello. Y
en buena hora.
Espero que el Consejo Directivo, en su reunión de este lunes, como lo hizo
en la votación anterior, haga honor a su vínculo con nuestra comunidad, la
que expresó su claro rechazo a la LES, y al dardo envenenado del requisito
de las acreditaciones.
Hay tiempo y recursos ciudadanos por desplegar que no se usaron. Vale la
pena tomarnos el espacio que necesitemos.
Ignacio Ojea
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