Hola, <div><br></div><div>Dos consideraciones breves sobre este caso:</div><div><br></div><div>1) Sobre el trabajo en cuestión, creo que todos estaríamos de acuerdo en que para opinar del caso sería indispensable leer previamente el artículo original, y no sólo la presentación que los medios gráficos hicieron de su contenido. Luego de eso, es para casi cualquiera evidente que no fue la intención de los autores -y ciertamente no es el fin del trabajo- denigrar a la mujer. Aún así, si luego de leer el trabajo alguien se siente ofendido u ofendida, creo que es algo que todos lamentamos. Sé bien que ofender a la mujer no fue la intención de los autores, y ciertamente no es el fin del trabajo. </div>
<div><br></div><div>Luego, si aún queremos debatir sobre cómo se reflejó la noticia en los medios masivos -que tienen sus propios lenguajes e intereses- podemos hacerlo; pero nosotros, que estamos en condiciones de hacer una doble lectura del caso, separemos la discusión científica de cualquier otra, pertinente esta última o no, a efectos de no embarrar la cancha y terminar insultándonos innecesariamente. </div>
<div><br></div><div>2) Acerca de las investigaciones que se llevan a cabo en el Laboratorio de Sigman, creo que no hay mucho que agregar: En su laboratorio se llevan a cabo investigaciones muy interesantes y de muy alto nivel científico, homologado éste por sus pares y por las instancias de evaluación a las que ha sido sometido. Asirse de la nota de la revista del otro día para discutir eso no resiste embate crítico. </div>
<div><br></div><div><div>Una vez más, creo que todos lamentamos si alguien se sintió ofendido u ofendida por esto, pero si leen el artículo, e independientemente de si compartan o no el gusto por esa rama de la ciencia, notarán que no fue ofender el fin del trabajo y mucho menos la intención de los autores. </div>
<br></div><div>G,</div><div><br><div class="gmail_quote">2012/6/7 <span dir="ltr"><<a href="mailto:rmenendez@qi.fcen.uba.ar" target="_blank">rmenendez@qi.fcen.uba.ar</a>></span><br>
<blockquote class="gmail_quote" style="margin:0 0 0 .8ex;border-left:1px #ccc solid;padding-left:1ex">Hola,<br>
Como mujer tengo que decir que efectivamente leer la nota de la revista<br>
Veintitrés me generó bastante indignación. De forma reduccionista aporta a<br>
seguir viendo a las mujeres como objetos al servicio de las miradas de los<br>
hombres... Pero además, como docente de la facultad también me preocupa<br>
que esta sea la imagen que vea la sociedad de lo que hacemos diariamente<br>
en la Universidad Pública.<br>
<br>
Me gustó mucho esta nota que salió en Página12.<br>
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Viernes, 1 de junio de 2012<br>
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EL PEZ POR LA BOCA<br>
La duda<br>
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<a href="http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7297-2012-06-01.html" target="_blank">http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7297-2012-06-01.html</a><br>
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Por Dolores Curia<br>
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“De cómo arañar ocho mil caracteres y unos cuantos culos para hacer una<br>
tapa.” Así podría titularse la sensación que genera el último número de la<br>
revista Veintitrés. ¡Qué lejos quedaron los tiempos de aquella histórica<br>
tapa con agujero (para ilustrar los agujeros negros del presupuesto<br>
menemista)! La intención, esta vez, huele más bien a la urgencia de tapar<br>
un agujero.<br>
<br>
Ahí está la evidencia: en el quiosco o en la red de redes. Dos planos<br>
americanos. Un frente con globos terráqueos en pico y la argentinidad<br>
bodypainteada. Y su reverso: una retaguardia con remera criolla y una<br>
colaless que enmarca unos glúteos pulidos. Ni un solo pozo. ¿Será<br>
photoshop? ¿Será que la euforia patriotera es capaz de rellenar las nalgas<br>
hasta dejarlas a punto bombucha? La nota de Veintitrés –llora la revista<br>
Barcelona, que apenas si podrá ahora superar este chiste– promete aquietar<br>
una intriga inmemorial: “Tetas o culo: el fin del debate nacional”.<br>
¿Necesita más el lector o la lectora? Tal vez algo para entrarle al texto<br>
sin culpas, para quitarle el pecado de lo superfluo, lo sexista y el<br>
aburrimiento crónico. Pues bien, ¿para qué está la Academia si no es para<br>
echar luz sobre las discusiones que desvelan a la sociedad toda? Y la UBA<br>
sale al frente como único héroe (y cita de autoridad) en este lío:<br>
Locademia de Ciencias Duras al rescate. Si fuese otro dossier más de<br>
pechos y trastes suculentos, habría pasado inadvertido. Lo cómico (e<br>
irritante) del caso es que se quiere cubrir al “debate nacional” sobre<br>
estas zonas erógenas (excluyentemente femeninas) con cientificismo.<br>
<br>
La investigación se basó en el estudio de la mirada de doscientos hombres<br>
que eligieron entre cuerpos no identificados. Sin eufemismos, ni metáforas<br>
enredadas. Quien busque capas de sentido a deconstruir bajo la lupa de los<br>
estudios de género, la tendrá demasiado al ras: todos esos culos anónimos<br>
se definen en función de la mirada de “184 heterosexuales confesos”.<br>
<br>
El trío de científicos a cargo del experimento dice haber trabajado con<br>
imágenes de mujeres “lindas, o muy lindas, entre ocho y diez puntos”. Dan<br>
ganas de preguntar cuál fue el medidor. ¿Hablar de “calientómetro” suena a<br>
chiste fácil? Lo impreso sobre las páginas de Veintitrés supera cualquier<br>
chicana neologística. Unas líneas más abajo se expone, con tono de master<br>
class, que el semental argento se divide en dos razas: “culero” o<br>
“tetero”. Uno de los científicos explica la necesidad metodológica del<br>
ranking de chicas (8, 9, 10): “Estudiamos la preferencia entre buenas<br>
opciones, que no es lo mismo que descartar entre malas opciones”. Las<br>
chicas posan de espaldas, anticipando –para aquel que no quiera leer toda<br>
la nota– que hay un ganador que empieza con “C”. No tienen cara, sólo sus<br>
nalgas tostadas y firmes. Posan contra una baranda a la espera del sello<br>
que, quemándoles el cachete, las califique como aprobadas o<br>
sobresalientes.<br>
<br>
¿Y por qué el debate es nacional? ¿Será porque en el imaginario algo del<br>
argentinismo remite a aquella iconografía del macho criollo que con una<br>
mano se desabrocha el primer botón del pantalón, con la otra sostiene el<br>
porrón y con la manga se seca la espuma de la trompa? Lo cierto es que en<br>
la nota aparece un dato, en boca de un cirujano plástico, que podría<br>
explicar por qué para Veintitrés este tema tiene los colores de la<br>
bandera: “En cirugías estéticas, la Argentina lidera el número de<br>
intervenciones en toda América”. Otra cifra: aunque ellos prefieren la<br>
retaguardia, en el quirófano, teta sigue matando culo.<br>
<br>
Uno de los cerebros de estos hallazgos dice no escaparle a la discusión de<br>
si su investigación es machista o misógina. Y nada más. En referencia a<br>
que –según esta investigación– la parte de atrás se lleva la corona,<br>
declara: “Una conclusión podría ser que (al operarse más las lolas) las<br>
minas están gastando mal la guita. Tienen una razón fuerte: si un hombre<br>
les ve las tetas, ellas ven cómo se las mira”. No, no es una frase de<br>
Polémica en el bar pescada al ritmo del zapping: es Mariano Sigman, el<br>
director del laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de<br>
Exactas, dejando un mensaje para la posteridad. Decir que acá para las<br>
féminas no hay voz ni voto es una redundancia al cuadrado. La mujer aquí<br>
es un poste; es que a ellos les gusta así, como ausente.<br>
<br>
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Lic. Renata J. Menéndez Helman<br>
INQUIMAE y Depto de Química Inorgánica, Analítica y Química Física<br>
Ciudad Universitaria Pabellón II 3er Piso<br>
Ciudad Autónoma de Buenos Aires<br>
C1428EHA, Buenos Aires, Argentina.<br>
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</div></div></blockquote></div><br><br clear="all"><div><br></div>-- <br>Gaston Giribet<br>Physics Department<br>University of Buenos Aires<br>
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