<div><font size="4">"Es la reprimarización, la dependencia y
la</font><span style="font-size: 28px;"> </span><font
size="4">democracia, estúpido"</font><span style="font-family:
Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="font-family:
Tahoma,Verdana,Arial,Helvetica,'Bitstream Vera Sans',sans-serif;"><br
/><br /> Reenviamos extracto, resumen y puntos resaltados de la nota en la
revista "miradas al sur" publicada por Maristella Svampa y
Enrique Viale, Socióloga, Conicet y Asociación Argentina de
Abogados Ambientalistas.<br /><br
/>_____________________________________________________________<br /><br
/></span></span><br />
<div class="im"><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New
Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style:
normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">En
términos geopolíticos, la opción
“mineral” que hoy busca implantarse en la región
latinoamericana, desde México a la Argentina, responde a una
nueva división territorial y global del trabajo, basado en la
apropiación irresponsable de los recursos naturales no renovables,
que ha dado lugar a nuevas asimetrías económicas,
políticas y ambientales entre el norte y el sur. Lo que sucede es
que, más allá de las retóricas industrialistas y
emancipatorias en boga, nuestros gobiernos tienden a aceptar como
“destino” el “nuevo consenso internacional”, en
nombre de las “ventajas comparativas” o de la pura
subordinación al orden geopolítico mundial, el cual
históricamente <strong>ha reservado a América latina el rol
de exportador de Naturaleza</strong>, sin considerar sus impactos
desestructurantes sobre la población ni los efectos
socioambientales.</span><br /><br /><span style="font-size: 12pt;
font-family: Times New Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color:
transparent; font-style: normal; text-decoration: none; vertical-align:
baseline;">En este sentido, el extractivismo resultante no es un
destino, es una opción política y civilizatoria, asumida
por los diferentes gobiernos, que va reconfigurando negativamente
nuestros territorios y economías y <strong>genera una nueva
dependencia: cada vez exportamos más materias primas</strong>, lo
cual aparece reflejado en la concentración económica, en la
especialización productiva, así como en la
consolidación de enclaves de exportación, rasgos que
históricamente fueron criticados tanto por el desarrollismo como
el marxismo.</span><br /><br /></div>
<br />
<div class="im"><strong><span style="font-size: 12pt; font-family: Times
New Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style:
normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Por otro lado,
la historia mundial ha venido mostrando que ningún país del
sur se ha desarrollado apelando a la explotación de sus recursos
minerales.</span></strong><br /><br /></div>
<br />
<div class="im"><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New
Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style:
normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">En el caso de
países especializados en la provisión de materias primas,
como los nuestros, ninguno de ellos ha superado la pobreza gracias a la
gran minería transnacional. <strong>Ésta puede generar
fuerte crecimiento económico (aumento del producto interno bruto,
PIB)</strong>, como sucede en el Perú minero, <strong>pero
éste es volátil, con escaso “derrame” y sin
auténtico desarrollo para la población.</strong></span><br
/><br /></div>
<br /><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New Roman; color:
rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style: normal;
text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Respecto de la renta
minera, las reformas de los ’90 y el régimen tributario
permitieron que el sector funcionara con altas tasas de rentabilidad
sobre el capital invertido, “mayores sin duda de las que se hubieran
obtenido en caso de que la industria minera hubiera estado sujeta a las
generales de la ley”, como afirma el economista de la Cepal J.
Katz. <strong>No es que no paguen el impuesto a las Ganancias, pero
tienen un régimen que les permite deducciones de todo tipo y
alcance.</strong></span><br />
<div class="im"><br /><br /><span style="font-size: 12pt; font-family:
Times New Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color: transparent;
font-style: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">La
<u>Ley 24.228</u>, de 1993, que consolida el denominado “Acuerdo
Federal Minero” entre el Poder Ejecutivo y las provincias, les
concede la eliminación de gravámenes y tasas municipales,
del Impuesto de Sellos y se comprometen a “evitar todo tipo de
distorsiones” en las tarifas de luz, gas, combustibles y
transportes que pudieren afectar la actividad. Asimismo, la gran
minería goza de reintegros de un porcentaje sobre el valor de las
exportaciones realizadas a través de los puertos
patagónicos, y están exentas del pago de derechos a la
importación y de todo otro impuesto por la introducción de
bienes de capital y todo insumo relacionado con la ejecución de
sus actividades. Está previsión, además de
discriminatoria, no contempla siquiera la necesidad de proteger e
incentivar la industria local. En cuanto a regalías, la <u>Ley
24.196</u> establece que las provincias no podrán cobrar un
porcentaje superior al 3% sobre el valor “boca mina” del
mineral extraído. <strong>En San Juan –paradigma de la
megaminería–, en concepto de regalías, la empresa
Barrick Gold, por Veladero (la mina más grande de la provincia),
aportó en 2009 sólo el 1,7% en concepto de regalías
del mineral extraído. Esto significó que del total de
ingresos de la provincia haya sido menos del 1% del total (38 millones
de pesos de regalías de un ingreso total de 3.960 millones de
pesos).</strong></span><br /><br /></div>
<br />
<div class="im"><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New
Roman; color: rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style:
normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Asimismo, los
daños ambientales que produce la actividad minera están
suficientemente probados; tal es así que el Parlamento Europeo, en
su resolución del 5 de mayo de 2010, recomendó la
<strong>prohibición general el uso de las tecnologías
mineras a base de cianuro en la Unión Europa</strong>. Los
fundamentos de esa resolución no se refieren solamente el uso del
cianuro, sino al agotamiento de recursos hídricos; al
carácter transfronterizo de los procesos contaminantes, al mal
desempeño social, ambiental y económico de las empresas
operadoras y a la irresponsabilidad ante el cierre de minas. Todo un
decálogo que las empresas trasnacionales, muchas provenientes de
esos países, transgreden cotidianamente en nuestras
latitudes.</span><br /><br /></div>
<br /><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New Roman; color:
rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style: normal;
text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><strong>Hablar de
“desarrollo total de las fuerzas productivas”, por más
que se quiera citar ciegamente a Marx o a Perón, implica un gran
retroceso e ignorancia; es volver a una concepción lineal del
desarrollo, ampliamente cuestionada en vista de los costos sociales,
sanitarios y ambientales que el planeta está afrontando.</strong>
Muestra a las claras que, más allá del discurso y aunque
hablen de “cuidado ambiental”, las grandes empresas (y sus
representantes) conservan una concepción productivista, que
identifica el desarrollo con el mero crecimiento económico, sin
contemplar los indicadores sociales y ambientales, que continúan
siendo desastrozos.</span><br />
<div class="im"><br /><br /><font size="4"><strong><span
style="font-family: Times New Roman; color: rgb(0, 0, 0);
background-color: transparent; font-style: normal; text-decoration: none;
vertical-align: baseline;">Hablando de la falta de legitimidad social de
la minería y el incumplimiento de las promesas de desarrollo, el
director del principal diario catamarqueño, expresaba, “El
discurso antiminero, por otra parte, no tendría ningún
margen para extenderse si los catamarqueños pudieran percibir que
la explotación de sus riquezas tiene impacto concreto en su
calidad de vida. Lo cierto es que esto no ha ocurrido. Por el contrario,
se ha permitido el dispendio de la renta minera, dilapidada mayormente
en aras del clientelismo y la corrupción”. (Silvio Zitelli,
17-06-10)</span></strong></font><br /></div>
<br /><span style="font-size: 12pt; font-family: Times New Roman; color:
rgb(0, 0, 0); background-color: transparent; font-style: normal;
text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br />La
megaminería tiene un fuerte impacto ambiental y económico,
ya que utiliza sustancias químicas contaminantes; consume enormes
cantidades de agua y energía; compite con otras actividades
económicas (agricultura, ganadería), por tierra y recursos
hídricos; en fin, tiende a desestructurar la vida de las
poblaciones, desplazando las economías regionales preexistentes,
al tiempo que genera impactos negativos en la salud y el ambiente.
<strong>Toda una síntesis de
“maldesarrollo”.</strong></span><br /><br /><span
style="font-size: 12pt; font-family: Times New Roman; color: rgb(0, 0, 0);
background-color: transparent; font-style: normal; text-decoration: none;
vertical-align: baseline;"><u><strong>Pero además, el modelo
minero pone en jaque a la democracia, porque avanza sin consenso de las
poblaciones, generando todo tipo de conflictos sociales y violaciones de
derechos humanos. </strong></u>Por ende, no se trata sólo de una
discusión económica o ambiental, sino también
política: de saber si queremos o no debatir lo que entendemos por
“desarrollo sostenible”; si apostamos a que esa
discusión sea informada, participativa y democrática, o
aceptamos la imposición que quieren endosarnos nuestros
gobernantes locales y las grandes corporaciones, en nombre de las
“nuevas oportunidades económicas” y de un falso
desarrollo.</span><span style="font-family:
Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="font-family:
Tahoma,Verdana,Arial,Helvetica,'Bitstream Vera
Sans',sans-serif;"></span></span></div>