<table cellspacing='0' cellpadding='0' border='0' background='none' style='font-family:arial;font-size:10pt;color:rgb(51, 51, 51);background-color:rgb(255, 255, 255);width:100%;'><tr><td valign='top' style='font: inherit;'><br> Primero me parece patetitico este analisis , es vision plagada de errores ,tendenciosa ... y tiene fecha 20/05 me gustaria que vuelva a reescribir la nota...<br> ademas me parece un analisis muy simplicista<br><br>saludos <br><br>Mariano<br><br><br>--- El <b>jue 29-may-08, Eduardo Scolnik <i><escol@indec.mecon.gov.ar></i></b> escribió:<br><blockquote style="border-left: 2px solid rgb(16, 16, 255); margin-left: 5px; padding-left: 5px;">De: Eduardo Scolnik <escol@indec.mecon.gov.ar><br>Asunto: [Alumnos] hay cansancio con el tema, pero hay demasiado en juego<br>Para: alumnos@dm.uba.ar, gabriel@ingtornado.com, "fgnz" <fgnz@arnet.com.ar>, "Ana Cauerhff" <ACauerhff@leloir.org.ar>,
"Emiliano Moscato" <emoscato@dc.uba.ar>, "Basta Ya" <bastaya.cansado@yahoo.com.ar>, todosqb@qb.fcen.uba.ar, todos@qo.fcen.uba.ar, cable@de.fcen.uba.ar, todos@biolo.bg.fcen.uba.ar, todos@at.fcen.uba.ar, todos@ce.fcen.uba.ar, todos@q1.fcen.uba.ar, lcefiec@de.fcen.uba.ar, todos@gl.fcen.uba.ar, alumnos@df.uba.ar, todos2@at.fcen.uba.ar, allusers@iafe.uba.ar, todos@tango.gl.fcen.uba.ar, todos@quimor.qo.fcen.uba.ar, todos@ayelen.q3.fcen.uba.ar, docentes@iib.uba.ar, alumnos@dc.uba.ar, todos@bl.fcen.uba.ar, todos@df.uba.ar, alumnos-fisica@lists.fcen.uba.ar, cefiec@gruposyahoo.com.ar, todos@fbmc.fcen.uba.ar, docentes@dc.uba.ar, todos@di.fcen.uba.ar, todos-dm@dm.uba.ar, cefiec@decanato.de.fcen.uba.ar, todos@ic.fcen.uba.ar, todos@qi.fcen.uba.ar, unidad@ce.fcen.uba.ar<br>Fecha: jueves, 29 de mayo de 2008, 2:50 pm<br><br><pre>Chicos : <br>El artículo que incluyo me pareció sumamente interesante y creo que vale la<br>pena leerlo. Faltaría enfatizar lo
siguiente :<br>a)<br>Las diferencias entre la producción agraria y la industrial.<br>b)<br>La necesidad de todos los países, y no solamente de la Argentina, de aislar el<br>mercado interno del internacional.<br>c)<br>La diferencia entre renta y los beneficios derivados del trabajo y la<br>inversión de capital. ¿ Qué es apropiable por nuestros gauchos<br>motorizados 4 x 4 y qué no ? ¿ Si sube 20 % el precio de la soja en Chicago;<br>eso se debe repartir en la sociedad o ir a las cuentas de Grobocopatel ?<br><br><br>Por: Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)<br>La pulseada por la renta<br>Fecha publicación: 20/05/2008<br><br><br>El prolongado conflicto entre el ruralismo y el gobierno ha derivado en una<br>agobiante pugna política. El primer bloque busca acaparar la renta agraria a<br>costa de la mayoría popular y el oficialismo necesita exhibir autoridad, para<br>implantar un Pacto Social que favorezca al conjunto de los
capitalistas.<br><br>Las acciones del denominado “campo” escalaron hasta crear un clima<br>ingobernable y sus líderes se han envalentonado en las negociaciones. El<br>gobierno reaccionó con dureza, pero fracasó y quedó desconcertado. Sufrió<br>una erosión de electores y gobernadores, que lo indujo a buscar una<br>conciliación. Ahora parece inminente una nueva tregua, pero si se logrará o<br>no un acuerdo perdurable es una incógnita. Lo único evidente es que el<br>conflicto ha erosionado la cohesión que mantuvieron las clases dominantes<br>durante los últimos cinco años.<br><br>Causas y desencadenantes<br><br>Los ruralistas salieron a las rutas para resistir un sistema de retenciones<br>móviles a la exportación de soja. Pero cuestionan también los mecanismos de<br>impuestos y subsidios que determinan los precios de los alimentos. Junto a la<br>distribución de la renta se define cuánto habrá que pagar por el pan, la<br>leche o la
carne.<br><br>Cualquier concesión al ruralismo implicaría aproximar el precio local de esos<br>productos a su creciente cotización mundial, agravando el encarecimiento de la<br>canasta básica. Este aumento tiende a revertir la disminución del índice de<br>pobreza, que se ubicaría actualmente en un 30,3% luego de haber tocado el piso<br>de 26,9 % a medidos del 2006.<br><br>El conflicto en curso forma parte de una vieja confrontación que afectó a<br>todos los gobiernos. Como los voceros del “campo” se consideran<br>propietarios de la renta natural que generan los cultivos en Argentina han<br>chocado con todas las administraciones, que intentaron equilibrar el reparto de<br>ese ingreso.<br><br>La acción ruralista ha reactualizado todos los mitos que enaltecen a los<br>dueños de la tierra. Se afirma que toda la población “debe darle gracias al<br>campo”, como si conformaran el sector laborioso que sostiene al resto de la<br>sociedad.
Suponen que la riqueza agraria es improductivamente redistribuida<br>fuera de ese ámbito, mediante perversos sistemas de clientelismo estatal.<br><br>En realidad ocurre todo lo contrario. La apropiación privada de la renta<br>(históricamente por los terratenientes y actualmente por sus herederos<br>capitalistas) ha sofocado el desarrollo industrial, perpetuado una inserción<br>primarizada del país en la división internacional del trabajo. Lo que ha<br>imposibilitado la prosperidad social es la ausencia de medidas de<br>nacionalización directa o indirecta (por vía impositiva) de ese recurso.<br><br>La causa inmediata del conflicto ha sido la probable reducción de los grandes<br>beneficios que obtuvieron los ruralistas en los últimos años, como se<br>comprueba en el precio de la tierra o en cualquier otro índice de las<br>ganancias del sector. (1)<br><br>Aunque persiste una favorable coyuntura comercial internacional, en el
panorama<br>económico local se avizoran fuertes turbulencias. Los beneficios fáciles que<br>siguieron a la hiper-devaluación se han extinguido, junto al agotamiento de la<br>transferencia regresiva de ingresos. Se han disipado tanto la capacidad ociosa,<br>como los salarios formales abaratados y el consumo demorado que predominaron<br>entre el 2002 y el 2007. En un escenario más difícil todos reclaman una<br>tajada de la renta agraria. Los ruralistas porque la consideran propia y el<br>gobierno porque debe afrontar crecientes gastos para sostener un modelo de<br>subsidios a los capitalistas de la industria y los servicios.<br><br>La república sojera<br><br>Varias semanas de conflicto han permitido conocer las trasformaciones agrarias<br>que impuso la reconversión a la soja. Todo el bloque ruralista participa del<br>modelo que desplazó a los cereales y generalizó un monocultivo, que amenaza<br>la soberanía alimenticia, encarece el resto de los
productos y contamina el<br>medio ambiente. Esta transformación ha provocado, además, una mayor<br>concentración de la propiedad. Solo el 20 % de los productores controlan el<br>80% de circuito de la soja. (2)<br><br>Tres grandes sectores controlan la elevada rentabilidad que genera esa<br>oleaginosa. En primer lugar, los contratistas (“Pool de siembra”) que se<br>nutren de fondos de inversión y operan en gran escala sobre las tierras<br>arrendadas. Grobocopatel, por ejemplo, es solo propietario del 10% de las<br>150.000 hectáreas que explota.<br><br>Los proveedores de agroquímicos (Monsanto, Dupont, Bayer) conforman el segundo<br>grupo de beneficiarios. Acaparan lucros mediante la fuerte dependencia que tiene<br>la producción de soja de las nuevas semillas y fertilizantes. El tercer sector<br>que se enriquece aceleradamente está constituido por cinco grandes compañías<br>exportadoras, que manejan el 90 % de las ventas, con beneficios
corrientes que<br>superan ampliamente los 1.000-1.500 millones de dólares disputados con la<br>introducción de las retenciones móviles.<br><br>En esa cadena de comercialización -que principalmente controlan Cargill,<br>Bunge, Dreyfus, Nidera y Aceitera General Deheza (AGD)- se procesan los<br>principales beneficios de la soja. El cultivo es manejado desde la tranquera<br>hasta el barco por un enjambre privado de acopiadores, puertos y molinos. De<br>esa actividad participan también los agro-financistas, que operan mediante<br>compras y ventas a futuro, a través de acciones especulativas que podrían ser<br>afectadas por las retenciones móviles, si establecen un diagrama más<br>previsible de evolución de los precios.<br><br>Ninguna voz del bloque ruralistas ha cuestionado este circuito capitalistas.<br>Despotrican contra las regulaciones oficiales, pero no han dicho una sola<br>palabra contra los mayores dueños de este negocio.<br><br>El
sostén oficial<br><br>Tampoco el gobierno menciona a los grandes grupos de la soja, ya que mantiene<br>una excelente relación con sus cúpulas, especialmente con Urquía (AGD),<br>Grobocopatel, Elsztain y el clan Werthein. El modelo en curso ha sido<br>intensamente apadrinado desde el ámbito oficial y ninguna medida que<br>improvisaron los Kirchner para resolver la actual disputa ha rozado los<br>intereses de sus aliados. A lo sumo evalúan ahora la formación de nuevos<br>organismos para “conocer la realidad del sector”, pero sin introducir<br>gravámenes significativos.<br><br>Los ministros -que despliegan discursos demagógicos en defensa del pequeño<br>productor- han destinado durante cinco años, el grueso de los reintegros<br>(formalmente dirigidos a ese sector), a subsidiar a las industrias alimenticias<br>más concentradas. Este conglomerado acaparó, por ejemplo, los 473 millones de<br>dólares de compensaciones aprobadas durante el
2007 y como no existe ningún<br>registro de productores de soja es un misterio como se revertirían esos<br>privilegios. Para caracterizar quiénes son los amigos del gobierno basta con<br>recordar la cobranza mínima del impuesto inmobiliario, la falta de<br>actualización de este gravamen (en función de la valorización de los campos)<br>o el visto bueno oficial al incumplimiento de los pagos de seguridad social.<br><br>Todas las preocupaciones gubernamentales se han concentrado en las retenciones,<br>ya que al igual que el IVA este impuesto se recauda fácilmente y no se<br>coparticipa con las provincias. Su recolección apunta en la actualidad a<br>engrosar la caja, no solo para sostener los auxilios a los empresarios, sino<br>especialmente para afrontar un encarecimiento de los pagos de deuda externa.<br><br>Algunos defensores del gobierno elogian por sí mismas a las retenciones,<br>omitiendo que capturan una parte de la renta, sin
redistribuirla (3). Quiénes<br>afirman que la iniciativa oficial sólo falló en sus tiempos y formas de<br>presentación, ocultan la utilización regresiva de un impuesto, que no ha<br>servido para mejorar sustancialmente el nivel de vida popular. Un mecanismo<br>regulador -que resulta indispensable para divorciar los precios internacionales<br>de los locales- ha sido principalmente utilizado por el gobierno a favor de los<br>poderosos.<br><br>Productores y explotadores<br><br>El conflicto ha ilustrado cuán obsoleto ha quedado el retrato clásico del<br>campo argentino, como un paisaje de latifundios improductivos y<br>chacareros-minifundistas. Pero en el nuevo contexto se ha instalado la falsa<br>imagen del pequeño productor agrario como una clase media empobrecida. El<br>ingreso de este grupo es reducido en comparación con los grandes capitalistas<br>del sector, pero no conforman un segmento agobiado por la miseria.<br><br>Un productor chico de
la región pampeana con una propiedad de cien hectáreas<br>(es decir una extensión minúscula para la zona) obtiene una renta mensual de<br>10 mil pesos y en menos de un año su propiedad territorial se ha valorizado en<br>un 50%. (4). Esta ubicación social en gran medida explica por qué la<br>Federación Agraria (FAA) actúa en bloque con la Sociedad Rural.<br><br>Mantienen una sólida alianza con la entidad tradicional de los millonarios y<br>proponen en común la eliminación de las retenciones móviles. Ni a Buzzi, ni<br>a De Angeli se le ha escapado una sola palabra contra el establishment agrario<br>y han cajoneado los antiguos reclamos de regulación estatal de los cereales y<br>la carne.<br><br>Para justificar este giro han recurrido a dos planteos. Por un lado afirman que<br>“el gobierno no los atendió” y debieron “actuar con las otras<br>entidades”. Pero olvidan que también podrían haber intentado un programa de<br>alianzas con
los trabajadores.<br><br>Por otra parte subrayan que “las bases nos han pedido una acción<br>coordinada”. Pero si esa demanda es cierta, ilustra cuál es el perfil social<br>de sus asociados, que se sienten a gusto actuando con la Sociedad Rural.<br>Quiénes efectivamente soportan el endeudamiento y la expoliación en el<br>heterogéneo universo agrario han quedado sometidos a este manejo<br>pro-capitalista de la Federación Agraria.<br><br>Esta actitud tiene antecedentes en las divergencias que enfrentaron en los<br>años 70 a la FAA con las Ligas Agrarias y en la actualidad se manifiesta en la<br>distancia que esa organización mantiene con agrupaciones de los desposeídos,<br>como el MOCASE o el Movimiento Nacional Campesino Independiente.<br><br>Estas agrupaciones canalizan las demandas de sectores realmente oprimidos.<br>Expresan, por ejemplo, a las 300 mil familias campesinas desalojadas de sus<br>tierras en últimos 10 años por avance de la
soja. También representan a los<br>220 mil pequeños productores de regiones no centrales, que son víctimas de la<br>expansión de un cultivo que ya provocó el desmonte de 1,1 millón de<br>hectáreas. (5)<br><br>Pero el sector más invisible que aglutina a los explotados del sector está<br>conformado por 1,3 millones de peones rurales. El 75% de ellos trabaja en negro<br>y percibe un sueldo promedio de 600 pesos, soporta el mayor porcentaje nacional<br>de accidentes laborales y carece de protección social. Este segmento - no ha<br>recibido ningún goteo de la bonanza exportadora y su total ausencia durante el<br>conflicto confirma el carácter pro-capitalista de las demandas en juego.<br><br>La acción que convulsiona al campo es un lock out y no una rebelión de<br>oprimidos. Se ha desenvuelto como una acción patronal, con cortes de rutas que<br>coexisten con la continuidad de la actividad laboral tranqueras adentro. Sus<br>protagonistas retraen
productos de la venta y especulan con el momento oportuno<br>de comercializar los granos o hacienda. Se guían por cálculos de mercado y no<br>por criterios de rebelión popular.<br><br>Aquí radica la diferencia abismal con el levantamiento del 2001. Quiénes<br>actúan en el agro no son desempleados, ni luchan por subsistir y quiénes aún<br>cacerolean a su favor en las grandes urbes forman parte de la clase alta. Los<br>mensajes del 2001 eran inclusivos y los actuales son excluyentes. En ese<br>momento los pequeños ahorristas se movilizaban contra los bancos, mientras que<br>ahora la clase media rural actúa ajunto a los poderosos.<br><br>Reacciones y comparaciones<br><br>La derecha se ha montado en el conflicto para reforzar el polo político que<br>construye desde el triunfo de Macri en Capital Federal. No solo retoman el<br>discurso neoliberal, sino que han resucitado también posturas gorilas que<br>parecían extinguidas. No ha faltado la
tónica racista que enaltece el gringo<br>europeo de las colonias frente a los cabecitas negros del interior. Con esta<br>diferencia de piel reavivan el rechazo oligárquico al “aluvión<br>zoológico” que advirtieron en los años 50 y se han ganado el favor de los<br>medios de comunicación, que denigran a los piqueteros pero reivindican a los<br>participantes en tractorazos.<br><br>Por su parte, el gobierno optó por reforzar su repliegue hacia la burocracia<br>sindical y el aparato justicialista, que Kirchner intenta alinear desde Puerto<br>Madero. Supone que podrá contrarrestar con este sostén el fracaso del<br>proyecto transversal y la pérdida de apoyo entre las clases medias. Pero hasta<br>ahora solo logró reactivar a las patotas de la construcción y camioneros, que<br>ya repitieron el matonaje ensayado en San Vicente.<br><br>El gran escollo de la política oficial radica en que el peronismo está<br>agotado como movimiento popular.
Conforma una estructura para administrar el<br>estado, pero que ya no entusiasma a nadie. Por esta razón las marchas<br>oficiales son operativos rigurosamente manejados desde arriba. El complemento<br>de acciones contestatarias que aporta D´Elia también carece de<br>acompañamiento popular. Son iniciativas mayoritariamente percibidas como<br>maniobras monitoreadas desde la Casa Rosada.<br><br>Por momentos el choque político entre el gobierno y la derecha parece<br>resucitar una vieja polarización entre el peronismo y el antiperonismo, pero<br>esta confrontación presenta tintes más culturales que políticos y es poco<br>probable que renazca como un conflicto significativo.<br><br>En cualquier caso, lo importante es evitar las falsas analogías, que algunos<br>establecen entre la disputa con el agro y las confrontaciones que se libran en<br>Venezuela o Bolivia. A diferencia de Evo y Chávez, los Kirchner han<br>establecido una alianza con el
establishment, no colisionan con el imperialismo<br>norteamericano, no chocan con las clases dominantes, ni ha puesto en juego<br>demandas populares.<br><br>Como su gobierno tampoco es nacionalista, ni ha introducido reformas sociales,<br>es falso asemejar el conflicto actual con el marco que rodeó al primer<br>peronismo. Por otra parte, salta a la vista que la amenaza golpista solo existe<br>para un discurso de ocasión. No hay fuerzas armadas, ni sectores del<br>establishment interesados en que Cristina termine como Isabelita.<br><br>Posturas y programas<br><br>La izquierda ha intervenido en el conflicto con una variedad de posiciones, que<br>ha cubierto todo el espectro de alternativas posibles. La postura más<br>inadmisible es el sostén el lock out patronal en defensa de un “pequeño<br>productor”, como si perdurara un escenario de pequeños chacareros<br>enfrentados con los latifundistas. Este supuesto se inspira en una
fotografía<br>congelada del pasado.<br><br>Por otra parte, la idealización de cualquier lucha con perfiles de<br>auto-convocatoria ha conducido a perder la brújula, en la caracterización de<br>los protagonistas y las peticiones en debate. Esta ceguera se alimenta de una<br>falsa analogía con las cacerolas del 2001 y en el desconocimiento del papel<br>reaccionario que pueden adoptar (en algunas circunstancias) las movilizaciones<br>de la clase media (como ocurrió con los camioneros de Chile bajo Allende o con<br>los estudiantes de Venezuela en la actualidad).<br><br>La incapacidad para registrar los conflictos de Kirchner con la derecha y la<br>obsesión por ubicar al gobierno como enemigo principal conduce a compartir los<br>espectros mediáticos y las acciones prácticas con figuras de la reacción.<br><br>Un error simétrico se verifica entre quiénes apoyan al gobierno, aceptando el<br>argumento de la escalada golpista (denunciada como una
“acción<br>destituyente”). En este caso se focalizan las críticas en los ruralistas y<br>en los medios de comunicación, omitiendo denunciar la evidente complicidad de<br>los Kirchner con las corporaciones de la soja. Se presenta al gobierno como una<br>víctima, olvidando que ha sido artífice de la política agraria regresiva que<br>precipitó el conflicto.<br><br>Es evidente que ningún argumento tradicional para aprobar al oficialismo<br>(“mal menor”, “adversidad de la correlación de fuerzas”, “peligro de<br>un retorno neoliberal”) alcanza para disimular la connivencia oficial con el<br>capitalismo sojero. A pesar de esta evidencia, el resurgimiento de la derecha<br>impulsa a algunos intelectuales a participar de una segunda oleada de<br>cooptación kirchnerista.<br><br>La creencia que se debe tomar posición a favor de los ruralistas o el gobierno<br>plantea una disyuntiva completamente falsa. Resulta perfectamente
posible<br>denunciar el lock out, sin apoyar al oficialismo y es conveniente explicar por<br>que razón las retenciones son necesarias con modalidades muy distintas a su<br>instrumentación actual.<br><br>Hay otro camino para superar la crisis con programas alternativos, que han sido<br>ya formulados por varias corrientes e intelectuales de izquierda. El punto de<br>partida es un plan agrario para frenar la omnipresencia de la soja, recuperar<br>la diversidad de cultivos, asegurar la soberanía alimenticia y facilitar la<br>baratura de lo alimentos.<br><br>Pero el papel regulador del estado no puede limitarse a una administración de<br>retenciones diferenciadas, regionalizadas y coparticipables. Esta intervención<br>debe apuntar al control integral del circuito de producción y comercialización<br>agraria por medio del monopolio estatal del comercio exterior y la<br>nacionalización de las grandes corporaciones de exportadores,<br>comercializadores y
pools de siembra. Esta transformación debería ser<br>acompañada por una modificación radical de la propiedad en el campo,<br>introduciendo impuestos progresivos y erradicando las condiciones de<br>explotación del trabajador rural. Lo inmediato es derogar la ley de dictadura<br>que rige las actividades de este sector<br><br>Pero no alcanza con enunciar un paquete de medidas formalmente correcto si no<br>encuentra la manera de difundirlo en forma apropiada, estableciendo vínculos<br>con el conflicto real que opone a los ruralistas con el gobierno. La tentación<br>abstencionista de declararse al margen de este choque puede convertir al mejor<br>programa en un papel carente de influencia. No basta acertar con la respuesta.<br>También hay saber exponerla, buscando conformar una tercera opción, en un<br>momento de fatiga de la población con las maniobras ruralistas y las<br>contramarchas oficiales.<br><br>El panorama actual podría cambiar si un
programa popular de transformación<br>del agro empalma con la reactivación de la protesta social. Hay un nuevo dato<br>a favor de esta confluencia. El conflicto rural le ha otorgado legitimación<br>por arriba a la acción directa, ya que esta vez los artífices del piquete no<br>fueron los desocupados, los estudiantes, los obreros o los ambientalistas, sino<br>los propios beneficiarios del modelo. Este elemento puede favorecer el<br>desarrollo de una próxima oleada de movilizaciones sociales.<br><br>Notas:<br><br>1) El precio de la hectárea en Pergamino se elevó 132% entre el 2003 y el<br>2007 y las cotizaciones en la Pampa Húmeda superan a sus equivalentes de<br>Estados Unidos. En zona triguera el precio de la tierra es cuatro veces y media<br>superior al vigente en 1995, dos veces y media, el promedio de los últimos 10<br>años y casi el doble de la época de Lavagna. Como resultado directo de la<br>devaluación se consumaron aumentos de
precios para los productos agrícolas,<br>que desde 2005 oscilan entre 80% 30% y15% (maíz, trigo y soja). La renta<br>agraria obtenida sólo durante la campaña 2003-04 equivale a la obtenida en<br>entre 1992 y 1996 y es más del doble de la conseguida entre 1997-2001.<br>(Página 12, 14-7-07, 6-4-08, 5-8-07, 6-8-07)<br><br>2) En las últimas cosechas la soja ya ocupó el 60 % de la tierra sembrada.<br>Desplazó al trigo, al girasol y generó una caída del arroz, la avena y el<br>centeno, afectando también a la fruticultura y horticultura. Como se siembra<br>el tipo RR con glifosato su impacto sobre la contaminación ha sido<br>reiteradamente denunciada por los especialistas. El tamaño medio de las<br>explotaciones agropecuarias pasó de 469 hectáreas (1988) a 588 (2002) en un<br>cálculo que subestima el nivel de concentración, ya que los mismos<br>propietarios poseen más de una unidad (Página 12, 6-4-08, 20-4-08).<br><br>3) Es el caso de
Humberto Tumini: “Los aciertos y los errores”, Página 12,<br>6-4-08.<br><br>4) Página 12, 12-5-08.<br><br>5) Diversas informaciones sobre esta realidad han sido expuestas en las<br>últimas semanas por artículos aparecidos en Página 12 (11-4-04, 25-4-08,<br>17-4-08).<br><br>_______________________________________________<br>Alumnos mailing list<br>Alumnos@dc.uba.ar<br>https://listas.dc.uba.ar/cgi-bin/mailman/listinfo/alumnos</pre></blockquote></td></tr></table><br>__________________________________________________<br>Correo Yahoo!<br>Espacio para todos tus mensajes, antivirus y antispam ¡gratis! <br>¡Abrí tu cuenta ya! - http://correo.yahoo.com.ar