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¿Qué proyecto de país impulsa nuestra facultad?

Mucho se habla sobre el impacto ambiental que produce la minería a cielo
abierto y en particular la mina La Alumbrera. Nuestra intención hoy es
abordar otra de las aristas de la problemática, que debería ser un eje de
discusión central en nuestra facultad: qué proyecto de país promueve la
universidad, y en particular nuestra facultad.

En el marco de un modelo de desarrollo y un proyecto de país la
universidad no es un actor pasivo, sino un sujeto activo. Cuando toma
decisiones, sobre sus planes de estudio, sus relaciones institucionales,
sus proyectos de extensión, está marcando una orientación política y qué
modelo de país busca.

Cuando la mayoría de las universidades del país deciden aceptar fondos de
un emprendimiento megaminero que sólo deja las migajas del saqueo, nos
podemos hacer una idea de cuál el proyecto de país que hay detrás.

Hoy la única política respecto de la megaminería es la extracción en masa
de minerales, para exportar el concentrado en bruto, con la sola idea de
generar puestos de trabajo. No se plantea la extracción para aumentar
nuestras reservas de oro, en un momento en que el dólar sufre
devaluaciones, ni la necesidad de dominar todas las tecnologías asociadas
al procesamiento de ciertos minerales. Simplemente se dilapida una inmensa
riqueza, con un desmesurado consumo de energía, para generar una cantidad
de puestos de trabajo que no se compara con el costo que la actividad
tiene para el país. Tengamos en cuenta que, según datos de la Secretaria
de Energía, y de la propia empresa, la mina La Alumbrera consume alrededor
de 1300GWh por año, más de un 80% de la energía consumida en Catamarca va
a esta mina. Para que nos demos una idea, en 2010 Atucha 1 produjo
aproximadamente 3000GWh. O sea que la mina consume el equivalente al 40%
de la energía que produce Atucha 1. Con esta energía se podrían
desarrollar actividades más redituables para el país, que generen más
puestos de trabajo, como la recuperación de kilómetros de ferrocarril, que
abarate costos de transporte de las diversas producciones locales,
reduciendo a su vez la contaminación ambiental.

Si bien muchas de las actividades humanas contaminan, o producen impactos
ambientales negativos, la megaminería a cielo abierto es en la actualidad
una de las actividades más cuestionadas por esto. Sin embargo, en última
instancia, los pueblos pueden asumir el perjuicio de estas actividades, en
pos de mejorar su calidad de vida en otros aspectos. No es este el caso.
En la Argentina, en el único lugar donde se consultó a la población acerca
de si estaban o no de acuerdo con este tipo de explotación la respuesta
fue contundente. Esquel se declaró en contra de la actividad con un
abrumador 85%.

Como conclusión estamos en un escenario en la cual somos simples
exportadores de materias primas, beneficiarios de las multinacionales, en
contra de la voluntad de nuestro pueblo.

Esta situación nos remite al más primitivo estado colonial, abastecemos de
materias primas a la metrópoli.

Somos una colonia, queremos ser un país libre.


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